Por ello la vivienda se disgrega en dos unidades independientes, creando un ámbito habitual de vivienda y otro excepcional de visitas (pretendiendo eludir una sensación de casa vacía a los habitantes habituales).

Formalmente se manifiestan estas dos piezas separadas, mirándose entre si y generando un intenso espacio exterior entre ellas. En planta la vivienda se desarrolla creando una barrera construida al norte y abriendo el espacio exterior al sur, protegiéndose de los vientos habituales y de la crudeza de las estaciones especialmente frías de la zona.

Estas unidades se materializan con el diálogo básico de dos materiales: Piedra caliza en los paramentos expuestos y fachadas ventiladas de madera de iroko y carpinterías de iroko en los paramentos resguardados, generando el contraste de solidez constructiva y calidez  del habitar deseado.